Un aviador ha tenido un accidente en pleno campo del desierto y se encuentra con un niño, un niño que viene desde un planeta lejano y pequeño. El principito como lo llamaban, le pregunta al aviador si los corderos comían arbustos, su respuesta fue, sí.
¿Y los baobabs, también se lo comen los corderos? Dijo el principito. El aviador le hizo saber a éste que los baobabs no eran arbustos, sino al contrario eran árboles gigantes, tan altos como las iglesias a pesar que en su planeta fuera todo pequeño y que aunque se llevara a su planeta un grupo completo de elefantes, no sería suficiente para acabarse por completo un baobab.
El hablar sobre elefantes, hizo reír al principito, diciendo: habría que subir a unos elefantes sobre otros. Correcto, dijo el aviador, además que antes de crecer los baobabs también fueron pequeños. Pero, ¿por qué quieres que los corderos de tu planeta acaben comiéndose a los pequeños baobabs?
Lo que pasa es que en mi planeta, así como en todo, hay hierbas buenas pero también, hierbas malas, es así como hay semillas buenas y malas de algún árbol. Lo malo, es que las semillas son invisibles entonces resulta difícil saber cuál es cuál.
El principito se estira y continúa: después que las semillas duermen por un buen tiempo, se empiezan a despertar una por una, creciendo con dirección al sol y dejando ver una pequeña rama inofensiva. En caso de que sea una rama de rábano o de rosas se puede dejar que siga creciendo, pero si se trata de una mala hierba, hay que proceder a arrancarla de inmediato.
En mi planeta hay semillas terribles, hay semillas de baobab y el piso está lleno de ellas. Apenas las veo crecer las arranco, sin embargo no hay manera de deshacerse de ellas, pues invadiendo todo mi planeta.
Y si el planeta es muy pequeño y comienzan a crecer baobabs por doquier, entonces harán que mi planeta estalle por completo. Es cuestión de disciplina dijo el principio, de estar pendiente de arrancar la hierba mala que crece cada día.
Es decir, cada mañana cuando uno termina sus tareas de aseo y de higiene personal, también ha de preocuparse por el aseo de todo el planeta, tratando así de que dure más. Hay que arrancar desde la raíz los baobabs y diferenciarlos de los rosales, a los cuales se parecen cuando apenas comienzan a crecer. Es un trabajo tedioso pero que con el hábito permitirá que todo el planeta se mantenga en buenas condiciones.
El aviador le confirmó, es así principito y lo mismo pasa con nuestra mente, todo lo malo ha de arrancarse apenas comience a crecer, pues es la manera inmediata de conseguir una salud mental y buenos principios en toda la vida. Ya que lo has aprendido, es el momento de llevarlo a la práctica.
Así fue como esta conversación del principito con el aviador le dejó muchas respuestas aclaradas a lo que estaba esperando el pequeño niño y así una nueva forma de mantenerse cuidado tanto él, como su planeta.
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