Larichi era una joven muy hermosa y de buen corazón. Sin embargo, le molestaba mucho cuando un hombre la quería cortejar. En cuanto alguien le hablaba para halagarle o proponerle algo romántico o erótico solía mostrarse incómoda o incluso furiosa.
No obstante, con su primo, Bénjamo, era todo lo contrario. Con él se sentía protegida, maravillada y por extrañas razones, excitada.
Según cuentan, todo comenzó en una ocasión en la cual Bénjamo encontró a Larichi en el granero de su casa. Bénjamo había entrado a la casa, pero al no encontrar a nadie se dirigió al granero y ahí vio a Lairchi. Ella se encontraba tratando de bajar una gallina que había trepado a una viga. Estaba subida en una escalera, pero al estirarse, su vestido se levantaba dejando entrever sus voluptuosas y blancas piernas.
Bénjamo quedó maravillado, pero no hizo comentario al respecto. Sin embargo Larichi notó la mirada penetrante de su primo. Decidió descender.
—Lo siento, es que no había nadie en casa y pensé que aquí estaría tu mamá —dijo Bénjamo un poco nervioso.
—No, no están. Han ido al pueblo a solicitar maquinaria.
Larichi lanzaba miradas tentativas a su primo, pero este no las notó.
—Está bien. Me iré.
—No, espera. Acompáñame a mi dormitorio, tengo algo que mostrarte.
Larichi lo llevó a su dormitorio y comenzó a hacerle una especie de danza frente a él. Poco a poco comenzó a desnudarse y Bénjamo se sorprendió.
Se levantó para retirarse pero Larichi lo alcanzó y lo abrazó. Bénjamo al sentir el cuerpo desnudo de su prima no pudo evitarlo y la abrazó y comenzó a acariciarla.
Acto seguido, los dos primos se entregaron al calor de la lujuria.
Cuando escucharon que sus papás llegaban, Bénjamo se vistió y salió por la ventana.
A partir de entonces se convirtieron en amantes.
Cierto día, llegaron a los oídos del padre de Larichi los rumores de que mucha gente del pueblo había visto algo extraño en los dos primos. El carnicero mencionó que los había encontrado detrás de la iglesia besándose. Un campesino había dicho que los vio en su tierra haciendo cosas indecentes.
El padre de Larichi se negaba a creerlo, sin embargo, a partir de entonces no le permitió salir a su hija e intentó reforzar la vigilancia cuando no estaba, además de prohibir la entrada de Bénjamo.
Cierta noche, se cree que Bénjamo llegó a la ventana de Larichi y le dijo que se fugaran. Ella con miedo, aceptó.
Se encontraban saliendo del pueblo, cuando Larichi escuchó un crujir en los arbustos. Después sintió un punzón en su pantorrilla izquierda y cayó al suelo. Bénjamo se dio cuenta que la habían herido. Y mientras buscaba al responsable entre los arbustos, una lanza le atravesó el pecho.
Bénjamo murió aquella noche y Larichi fue exhibida a la mañana siguiente, completamente desnuda. El sacerdote ordenó encerrarle por el resto de su vida, y se cree que así fue.
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