Pachute era un pueblito muy pequeño en el que todos se conocían. La vida de la gente en dicho lugar era sencilla y agradable, pues aun no había llegado hasta allí la delincuencia que azotaba a las grandes ciudades. Sus habitantes vivían del comercio y trabajar la tierra. Don Daniel era uno de los hombres más trabajadores de los alrededores, pues todos los días se levantaba temprano a cuidar de sus tierras y no regresaba a su casa hasta bien entrada la noche.
De niño había crecido escuchando las leyendas que contaban los mayores, y la más siniestra que recordaba tenía lugar en unos escabrosos puentes, que cruzaban por en medio del río más cercano.
Se rumoreaba que dicho lugar estaba lleno de ánimas en pena, las cuales se apoderaban del puente entre el 1 de octubre y el 1 de noviembre, para asustar a quienes caminaran desprevenidos. Siempre que llegaba dicha temporada, Don Daniel y otros evitaban pasar por este sitio maldito. Pero otros, demasiado orgullosos como para hacer caso de las habladurías locales, decidían ignorar toda advertencia y cruzar como de costumbre.
La noche del primer de octubre, un hombre el señor Calderón se acercó hasta el puente con caballo. Eran más de las doce y llevaba prisa por regresar a su casa. No obstante, tan pronto como se acercaron el caballo relinchó nervioso y retrocedió un par de pasos. Molesto, Calderón lo azuzó con los talones para que se diera prisa en andar, más el animal se negaba como si pudiera presentir algo malo.
Perdiendo la paciencia, su amo desmontó y tomó las riendas para obligarlo a cruzar, a pesar de la resistencia del equino.
Calderón siguió avanzando y justo cuando llegó a la mitad de la construcción, una espesa niebla comenzó a envolverlo, incrementando el nerviosismo de su caballo. De pronto, una silueta oscura surgió entre la bruma y se abalanzó encima de él, haciendo que soltara un grito de terror.
El caballo dio un brinco de miedo y se liberó de su agarre, para marcharse corriendo a toda prisa. Lo último que Córdoba vio antes de perderse en la oscuridad, fue como el animal corría despavorido mientras aquella sombra se apoderaba de él.
Al amanecer, Don Daniel fue despertado por los relinchidos de un caballo extraño. Sorprendido, salió a ver al animal y este lo condujo hasta el desdichado puente, provocándole un mal presentimiento. Con mucha cautela, el hombre se acercó y se quedó paralizado al ver el cuerpo inmóvil de un desconocido, tendido en el suelo.
Era nasa más y nada menos que el cadáver de Don Calderón, quien todavía tenía en el rostro una expresión aterrorizada.
¿Qué fue lo que vio antes de morir como para terminar en tal estado? Ni Daniel ni los pobladores de Pachute lo sabrían jamás.
Este cuento de terror se encuentra basado en la leyenda de «Las ánimas de los puentes de Pachute», la cual es muy popular en la aldea del mismo nombre, dentro del municipio de San Carlos Sija en Quetzaltenango, Guatemala.
Yo diría que tiene una muy buena descripción, aunque deja con la intriga.