Había una vez una pequeña joven que quería con mucho deseo, tener un bebé, por lo que decidió ir con su pareja hasta donde el mago del pueblo a ver qué solución podía darles al respecto.
El mago, después de ver su preocupación, empezó a buscar dentro de sus largas listas, las distintas pócimas, hechizos así como también artilugios para lograr el cometido en cuestión hasta que pudo conseguir la semilla de cebada, la elegida.
El con sus estudios, pudo reafirmarle a los jóvenes que esta sería la semilla especial que les daría lo que tanto estaban esperando. Pero, les indicó que esta era una semilla que debían cuidar mucho, es decir no solo regarla sino también hablarle y cantarle en distintas horas, cada día.
Fue así como ella y su pareja lo hicieron todos los días, consintiendo a la semilla tal y como el mago le había indicado cada instrucción. Ambos empezaron a ver cómo iba creciendo la planta, dejando ver sus pétalos largos y florecientes.
Un buen día encontraron una gran flor roja y atrayente, fue entonces que al verla juntos, los pétalos pasaron a abrirse y dentro de su centro apareció una hermosa niña con pelo rojo y una gran sonrisa, su nueva ilusión.
Era una niña tan pequeña como el pulgar, este fue el motivo por el que decidieron llamarla pulgarcita. Después, encontraron una cáscara de nuez en la que pretendían dejarla dormir, como una especie de cuna. Sus pétalos sirvieron para taparla y con cada canto iban alegrándole el día a esta pequeña.
A pesar de todo lo que hacían para consentirla, ella lo que realmente quería era conocer por fuera de esa nuez, por fuera de los pétalos que siempre la rondaban y así descubrir el mundo desde sus propios ojos.
Sin embargo, sus padres no la dejaban, pues le decían que eran tan pequeña que no lo entendería, entonces alguien sin saber podría pisarla por ser tan pequeña.
Pulgarcita ya estaba cansada de todos los peligros a los que podría exponerse si decidía salir de la cáscara de nuez entonces mientras pasaba el día cantaba y miraba por la ventana, hasta que un sapo entró por la ventana y pensó:
Esta pequeña niña es perfecta para mi hijo, dijo el sapo, además de que lo hará feliz con sus canciones. Fue entonces cuando tomó a Pulgarcita y se la llevó consigo.
Al despertar, la pequeña no sabía donde estaba por lo que se encontraba asustada y temerosa de lo que podía pasar, solo preguntaban donde estaba su mamá y su papá. El sapo le dijo que ahora viviría en el río con su hijo después de casarse. Ella al principio no entendía, después comprendió y no le pareció tan mal.
Después de un tiempo ella aclaró que no era lo que se imaginaba, pues quería conocer más. El sapo se convirtió en su amigo y decidió ayudarla a conocer y fue entonces cuando además de llevarla al mundo de los peces y todas las flores del campo, la llevó de vuelta a donde estaban sus padres.
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