El criado ya llevaba una buena cantidad de años al servicio de su amo, haciendo todo lo que le pidiera y lo que el mismo necesitaba. Así, se encargaba de cada una de las tareas pendientes en el hogar, además de la limpieza constante y el orden en cada uno de sus rincones.
Por las mañanas, el sirviente que era tan educado y servicial, se levantaba antes de que saliera el sol, para ordenar, hacer las camas y remover el polvo de las paredes, sin dejar olvidar que debía preparar el desayuno para la primera hora de actividades de su amo, que era tan estricto en ese aspecto.
No fue, sino hasta un gran día en el que el amo llegó a casa molesta y bien alterado, diciendo: ¡estoy muy molesto, llevo toda la mañana en reuniones, reuniones que no me hacen más que perder el tiempo!, solo estoy lleno de holgazanes y vagos.
Por su parte, el sirviente con la plena confianza que el amo le tenía, intentó apaciguarlo con unas palabras sabias.
“Tranquilo señor, verá que el problema tendrá solución y no vendrá más disgustado, pues eso hace que el ambiente se torne desagradable”, si se viera no se creería tan enfurecido que se ve, afirmaba el sirviente.
No obstante, el amo seguía molesto, agitando las manos y gritando a toda voz, sobre sus problemas en el trabajo.
¡No puedo, de verdad que no!, reafirmó el amo, llevo más de 6 horas sin comer y eso me pone peor. Sírveme ahora mismo, o me desmayaré.
El criado bien obediente, llego a asentir con la cabeza, mientras se alejaba a la cocina para servirle la comida a la hora al amo, quien se veía bien hambriento. Un par de minutos después, el sirviente regresó con el plato de sopa bien caliente.
Aquí le traigo una divina sopa de verduras, yo sé que es su favorita. Tómesela para que recupere el buen humor y verá la diferencia.
El amo se sentó en la mesa y procedió a atarse una servilleta de lunares directamente en el cuello para empezar a probar la magnífica sopa preparada por su sirviente fiel.
¡De verdad, que asco de sabor tiene esta sopa! ¿y la sal? Donde se te olvidó, además está fría, no entiendo que está sucediendo con la gente. Es el diente, que le faltaba al peine. Se levantó y arrojó el plato por la ventana, con furia.
El criado asombrado, reaccionó acercándose a la mesa y recogerla pero para tirar todo a la ventana, como lo hizo el amo.
¿Qué haces imbécil? Dijo el amo. ¿Quién te crees?
Perdón señor, yo al ver que lanzaba la sopa a la ventana pensé que quería cenar en el jardín, por eso he arrojado los demás elementos también todo a su disposición.
El amo, con mucha vergüenza pidió disculpas a su sirviente fiel por su mal comportamiento. La respuesta del criado fue una sonrisa y un abrazo, feliz porque el amo había entendido su mensaje.
El respeto comenzó a reinar entre ambos y en su entorno.
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