La invitación, escrita con trazos infantiles en medio de papel de colores, era clara y alegre: «Ven esta tarde al bosque que está detrás de mi casa. Lleva un poco de pan y queso. Yo me encargaré de llevar dulces y te mostraré mi secreto». Al principio, Nayeli había parpadeado sorprendida y luego se había vuelto hacia Marta, su compañera del salón que le había pasado aquella nota misteriosa. Ella solo sonrió y se volvió a atender las lecciones...
Autor -Erika GC
Apasionada por contar historias, me gustan los buenos libros y pasarme tardes enteras en Netflix. El cine y la literatura son la mejor combinación para mí.
Todos sabíamos porque no era buena idea acercarse al viejo y derruido faro que se levantaba en medio de la playa. Habrán clausurado el lugar a mitad de los 50’s, luego de un incendio que casi había acabado con todas las estructuras internas, dejándolo en pésimo estado. En un pueblo como el nuestro además, no se puede decir que siga siendo necesidad mantenerlo. Verás, somos una población muy pequeña de pescadores. Los únicos barcos que...
A pesar de ser una construcción antigua y ciertamente lúgubre, la vieja casa de la calle Escudeiros nunca me había parecido tan extraordinaria. Sabía muy bien la fama que tenía, a raíz de haber sido una famosa residencia para huéspedes en los años veinte, y de las supuestas cosas que, de acuerdo con los vecinos, ocurrían en su interior. Sonidos, muebles que se movían o susurros. Tú sabes, lo convencional cuando se habla de viviendas embrujadas...
Aún puedo recordar aquel verano en el que te conocí. Eras una muchacha linda de cabellos rojizos y sonrisa vivaracha, que a veces se despitaba un poco pero en el fondo, siempre tenía palabras amables para cualquiera que se cruzara en su camino. Desde el primer momento en que te vi, despertaste una gran curiosidad dentro de mí. Nunca me atreví a decírtelo. La temporada transcurrió con bastante calma. A veces nos encontrábamos en el parque con...
A Juanito le gustaba mucho jugar en las vías del ferrocarril. Era un niño muy inquieto y no se le daba bien eso de obedecer. Para colmo su mamá no era muy paciente, a Doña Cleotilde no le gustaba que su hijo hiciera tantas travesuras y a menudo lo regañaba con una curiosa amenaza: —Si no te portas bien, un día de estos te va a llevar el hombre de la vía. ¿Quién era el hombre de la vía, te preguntaras? Nadie lo sabe exactamente, aunque no era...
—Hace mucho tiempo que no me dices que me quieres. Jorge se quedó paralizado ante el súbito murmullo de su esposa, que a su lado, susurraba las palabras casi con miedo. El sonido de su voz despertó algo muy profundo en él, que estuvo casi avergonzado de admitir. En la oscuridad, tumbado junto a ella pero sin tocarla, reparó en que lo que acababa de decir era cierto. Hace tiempo que entre ellos no existía el más mínimo chance de intimidad. Pero...
Cuando el doctor me dijo que no había nada que pudiera hacer para ayudarme, creí estar oyendo las palabras de un loco. Puede que las ojeras debajo de mis orbes le den la razón, que el tono deslúcido de mi piel y los temblores que me asaltan de vez en cuando, sugieran el estado de un paciente desahuciado. Pero todavía puedo tenerme en pie y es preciso que lo diga, me siento bien. Como en un agradable sueño. Veo como el pelo sigue cayendo sin...
Marisa despertó confundida, tras escuchar extraños ruidos en el jardín. Parecían chillidos. Eran como los pequeños alaridos de un bebé que no paraba de llorar. De inmediato, la niña se levantó de la cama, sobresaltada. Corrió descalza hasta la cocina, donde ya su abuela se estaba encargando de preparar el desayuno. Eran los hot cakes con mantequilla, miel de maple y frutillas que tanto le gustaban a su nieta. El apetitoso olor de la comida no...
La niña se despierta en mitad de la noche y llama a su madre. La mujer acude a su habitación sin encender las luces del pasillo, toda ella arrebujada en su bata de dormir y sus pantuflas emitiendo ruido, al frotarse contra la alfombre del dormitorio. Está en cierto modo, acostumbrada a esa extraña rutina que solo quienes tienen hijos pequeños en casa pueden entender. Lo malo de ser un niño es que no puedes diferenciar la realidad de las...
Nos conocimos mientras esperaba por el tren de las cinco. Recuerdo perfectamente que llevabas puestos pantalones de ante oscuros y una camisa azul cielo, que resaltaba el color de tus ojos. Todos los días te veía llegar a mi lado para abordar el transporte, siempre sin decir una palabra pero dándome los buenos días con una sonrisa franca. Y así fue como me acostumbré a tu presencia. Pese a todo me tomó semanas poder dirigirte la palabra, aunque...